Mostrando el hambre
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22 agosto, 2018Tengo un trabajo en el cuál un error mínimo puede terminar con la vida de una persona, es un trabajo que muchos dirían requiere de experiencia.
Pero y ¿Qué es la experiencia? ¿Acaso la experiencia son un montón de años sumados? ¿O será quizás que la experiencia puede llegar a ser la acumulación de vivencias? ¿Qué sucedería sí somos expertos en algo porque lo hemos hecho durante muchos años, pero siempre lo hicimos mal? ¿Cómo haríamos entonces para medir la experiencia de una persona dentro del BDSM?
En todos los foros, grupos, talleres, etcétera en los cuáles se hable el idioma bedesemero se tiene por costumbre respetar a las personas con más experiencia y ahí es dónde llegamos al meollo del asunto.
Considero que hay básicamente tres clasificaciones para definir la experiencia de una persona en la escena:
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La primera es el tiempo
Los años que una persona lleve en el mundillo son claves a la hora de ponerle el calificativo de experimentado, si alguien lleva meses explorando sencillamente es un novato, si lleva un par de años (menos de 5) aún puede no haberse definido y será invitado sólo a reuniones públicas y quizás a una que otra fiesta que hagan sus amigos, sí por el contrario la experiencia pasa de una década ese ser es casi un Dios del BDSM y es entrevistado, seguido, admirado y siempre su punto de vista será tenido en cuenta. Cuando los años siguen sumando y se pasa de los 20 dentro de este universo, la existencia de esa persona puede ser cuestionada pues se empiezan a hacer cálculos con los años de vida y los de experiencia y a veces no cuadran muy bien.
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La segunda es la educación
Talleres, libros, tutorías, textos, artículos, y toda la teoría. En este item tendríamos una persona que conoce todos los tipos de cuerda y sus definiciones, sabe donde pueden ser usadas y donde no, conoce perfectamente la anatomía del cuerpo, los tipos de juguetes y las marcas que dejarán, asiste a todos los munch y talleres y por supuesto ha leído todos los tomos de Gor y todos los libros del Marqués.
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La tercera es la práctica
Juego y más juego, juete va juete viene, aquí encontramos una persona participativa en los talleres, que se ofrece de modelo y consigue los suyos, sabe hacer y deshacer nudos, es capaz de hacer un flogger con dos puntillas y cualquier cinta, incluso de tanto practicar tiene las manos toscas por el contacto con la cuerda.
Si conjugamos esas tres clasificaciones podemos obtener lo siguiente:
- Una persona de 40 años que desde hace 20 nalguea a su pareja, pero que no sabe como se llama lo que hace pues no lo ha estudiado, pero lo ha hecho tanto que los moretones le quedan prefectos.
- Una persona de 24 con 2 años de lecturas, asistiendo a los munch desde que los encontró en la web, tímida pero muy estudiosa y con amplio conocimiento teórico, que ha tenido una relación D/s de pocos meses pues aún no define muy bien su rol.
- Una persona de 35 años con acceso a todos los juguetes, que no sabe diferenciar entre látigo y flogger, pero como lleva tantos años teniendo amigos con estos gustos pues se ha acoplado al ambiente y es reconocido por muchos “inocentes” como el super putas.
Combinaciones como esas podríamos encontrar muchas, y sí me lo propusiera podría incluso demostrarlo con varios “personajes” de la escena nacional.
Aunque hay que reconocer que hay “personajes” que son aquellos que creen tener la mayor experiencia y alardean de cada sumi que cae en sus redes y PERSONAJES que son los que han sacado toda una comunidad adelante.
Finalmente pienso que no es necesario tener más de aquello o de lo otro, se trata de encontrar el equilibrio, aprender, instruirse, practicar, preguntar y no creer que nos las sabemos todas.
Después de todo como decía Oscar Wilde “La experiencia es el nombre que le damos a todos nuestros errores”.
Paulina San Juan