Y al final ¿De qué dependes, de quién dependes? 

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Todos llegamos al mundo del BDSM de manera similar, entramos buscando una persona que nos guíe, alguien que nos ayude a definir nuestro rol y que nos muestre el camino que deberíamos seguir.

Entre una y otra lectura, páginas web, foros, munch, tertulias y otros espacios en los que se pueda compartir con personas afines, vamos descubriendo nuevas capacidades y teniendo experiencias y un día de repente llega eso que todos anhelamos.

En muchos casos sucede que esa primera relación BDSM marca definitivamente el rumbo de nuestras vidas en la escena, esa primera experiencia abarca toda nuestra atención y más en el caso de la parte sumisa.

Para cumplir con los protocolos y las exigencias del Dominante, la parte sumisa deja de estar en grupos, no asiste a algunos eventos y a veces incluso deja algunas amistades de lado. Cada que recibe una invitación o una solicitud de amistad debe primero consultar si es correcto o no aceptar, de una u otra forma entra en un proceso de aislamiento y/o concentración donde su único objetivo es complacer a su Dominante.

La relación avanza, se superan límites, crece la confianza, pero un día por X o Y motivo las cosas fallan, la relación se tambalea y los acuerdos se rompen. Ahora esta parte sumisa es libre.

Los primeros días después de la ruptura todo es rabia, tristeza y decepción,  Aquella persona sumisa le cuenta a un par de personas de lo sucedido y tratan de darle ánimo y de decirle que todo va a estar bien, que encontrará otra persona.

Pasados unos días intenta retomar su vida en la escena y se estrella contra el desconocimiento, pues al llevar una relación durante un tiempo considerable y centrar su atención sólo en eso, dejó de lado el resto del mundo y ahora que desea encontrar amigos para conversar, se da cuenta de que no tiene a nadie.

Esta persona sumisa de pronto se entera de que sin su Dominante sencillamente no es nadie, no tiene nada.

Al descubrir esa nueva realidad sólo tiene una opción y es volver a buscar a su Ex Dominante y rogar porque se apiade y le permita volver a su lado y estar bajo su cuidado y su protección. Ahora tendrá que aceptar nuevas reglas, quizas tenga que lidiar con la presencia de herman@s de collar y hasta deje de ser el eje de todo para convertirse en la mesa sobre la que todos ponen sus copas.

Una situación como esa que planteo es más común de lo que parece y sucede por la dependencia que puede llegar a crear la relación D/s, por la seguridad que brinda y también porque muchas veces aunque estamos grandes, seguimos creyendo en cuentos de hadas.

Aunque para que se den las condiciones ideales de una relación D/s la parte sumisa deba entregarse, pertenecer y servir a su Dominante, también debería pensar en que algún día quizás esa figura llegue a faltarle y debe ser capaz de vivir y sobrevivir sin ello. Es cierto que dependemos un rol del otro, pero también es cierto que por no tener pareja no quiere decir que dejemos de existir como individuos.

Finalmente como consejo para mis colegas sumis@s, les diría que se entreguen, que confíen en su Dominante, que elijan una persona con la cuál sientan que hay un complemento, que siempre estén dispuestos a dar más y que aún así jamás busquen depender de nadie.

Paulina San Juan

2 Comments

  1. Ale Albert dice:

    Hola Paulina… muy cierto lo que dices… me gustaría preguntarte algunas cosas del D/s… A donde te puedo escribir?

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