A propósito del 8/8: El Spanking salvó mi vida…
27 septiembre, 2015Doble vida
27 febrero, 2016Por: Paulina Sanjuan
A partir del furor que generaron libros como 50 sombras de Grey de E.L. James , Amos y mazmorras de Lena Valenti, Ochenta melodías de pasión de Vina Jackson, Pídeme lo que quieras de Megan Maxwell, entre muchos otros; pareciera que las puertas del mundo oscuro del BDSM se le hubieran abierto al mundo.
Y no hay nada de malo en ello, uno de los pilares del BDSM es el respeto por la diversidad, por las diferencias, por lo tanto son bien recibidas personas de todas las razas, géneros, estratos y de cualquier edad siempre y cuando hayan superado la mayoría de edad reconocida por la ley.
Como comunidad el BDSM se había mantenido reservado, en reuniones de pequeños círculos y grupos hasta que en un abrir y cerrar de ojos el mundo se enteró de que estas prácticas existían y muchos comenzaron a querer hacer parte de la movida bedesemera.
El hecho de no ser una práctica pública, le permitía a los participantes de este arte mantenerse alejados de abusadores disfrazados de fetichistas, pero ahora que se ha difundido el BDSM por el mundo ha sido necesario tomar ciertas precauciones y educar a los recién llegados.
En una escena de la película de Sam Taylor-Johnson podemos ver como el señor Grey le dice a Anastasia que jamás había llevado una mujer a su cama, ni la había llevado a pasear en su helicóptero y para añadirle ternura a la historia le dice que mucho menos había llevado ninguna chica a conocer a su madre. Toda una preciosidad, pero es más fantasioso que los cuentos de Disney.
Es hora de dejar los cuentos y vivir la realidad.
Si usted ha leído, escuchado o visto algo de BDSM pero apenas empieza y no sabe cómo funcionan unas esposas, un vibrador y se muere de ganas de comprar un látigo y agarrar a su pareja contra la pared y darle duro como lo hace el señor Grey con su Anastasia, le aconsejo que primero analice si de verdad está preparado para esto, si de verdad quiere empezar un nuevo estilo de vida, si realmente está dispuesto a aprovechar su sexualidad al máximo y si tiene las capacidades psicológicas, emocionales y de tiempo para dedicarse a aprender de este maravilloso arte.
Si la respuesta es afirmativa, déjeme decirle que ha elegido bien, no va a ser fácil pero valdrá la pena.
Primero: hablando en términos coloquiales, bájese de la nube, aquí no hay helicópteros, ni joyas anales con incrustaciones en oro y esmeraldas, el dominante que elija no le va a mandar el mayordomo para llevarla hasta París, la mayoría de las sumisas no son super modelos con medidas 90/60/90, esto no es una película porno.
Segundo: somos personas comunes y corrientes con gustos que a los ojos de los demás son raros, muchas veces se nos tilda de locos, pervertidos y abusadores. Personalmente me siento cómoda con ser llamada pervertida, no hay nada de malo en querer experimentar, ver y sentir lo que la mente imagina. Pero aquí cuando la relación se da entre dos personas serias y responsables, no se abusa de nadie, ambas partes están de acuerdo en jugar y aceptan las consecuencias del juego.
Tercero: uno no se hace experto en un mes, un año o una década, aquí hay personas con más experiencia que otras, que se han informado, instruido y formado más que otras y tienen habilidades especiales para ciertas prácticas. Pero nadie es más que nadie, todos somos conscientes de que cada día hay algo nuevo que aprender.
Cuarto: aquí no se viene simplemente a buscar un polvo o un pajazo, la dominación y la sumisión son estados de la mente, son características de la personalidad de algunos, no son un disfraz de poner y quitar.
Quinto: aunque seamos pervertidos, algo locos, practiquemos cosas que son riesgosas; no somos irresponsables. Tenemos cuidado, sabemos lo que hacemos y lo que puede llegar a suceder y estamos preparados para reaccionar cuando suceda, somos extremadamente cuidadosos con la planificación familiar: exigimos el uso del preservativo siempre, seguimos la norma que dice “cuídame que yo te cuidaré”.
Sexto: somos abogados, médicos, enfermeras, secretarias, vendedores, estudiantes, desempleados, afrodescendientes, pelirrojos, gordos, flacas, morenas. Somos iguales.